Naturaleza salvaje del Macizo del Caroig

Naturaleza salvaje del Macizo del Caroig.

Texto: Neus Asensi

Naturaleza salvaje del Macizo del Caroig es el título de este trabajo en el que el fotógrafo de naturaleza Jose Mena ha unido el esfuerzo y el conocimiento en materia de fotografía y saber sobre el medio natural, poniendo al alcance de cualquier amante de la naturaleza una serie de imágenes captadas estos últimos años. El fotógrafo ha centrado su trabajo en el Macizo del Caroig, donde el río Júcar se abre paso entre montañas, formando un paisaje salvaje y sobrecogedor, y como decía Jose Manuel Almerich, una inmensa región natural, solitaria como pocas en todo el territorio peninsular, un paisaje duro y difícil, a veces hostil, donde sus retazos de bosque, ásperos barrancos, escarpados cintos y abrigos rupestres forman un espacio natural desconcertante por su extraordinaria belleza y grandiosidad. Un territorio en forma de círculo casi perfecto, que ha sido tradicionalmente considerado en su área central, como una de las regiones más solitarias y despobladas de Europa.

Este Castellonense comenzó a mirar cara a cara a la naturaleza con la cámara que le regalaron sus padres cuando tan solo era un niño. Todos los demás compañeros que regresaban a casa después de una salida escolar o un campamento de verano llevaban a casa fotografías de grupo o lugares que habían visitado. Jose no. A las fotos de Jose podemos encontrar una hilera de hormigas transportando comida hacia su colonia, escarabajos, animales de mil formas que era lo que a él le llamaba la atención y quería guardar en la retina para siempre. Recuperava con hechos uno de los pensamientos pedagógicos más ancestrales. El mundo está habitado por diferentes tipos de sujetos o personas, humanas y no-humanas, que aprenden la realidad desde diferentes puntos de vista. Desde el perspectivismo antropomórfico las relaciones sociales no se limitan a los seres humanos, sino que incluyen también a animales, plantas… Es donde él comenzó a dejar sus primeras huellas en el papel fotográfico.

Con los años vino la experiencia, el conocimiento que ayudaría a desenvolver la creatividad, el estudio del medio, el perfeccionamiento de la técnica, el interés por la biología que nunca lo dejó de la mano y supo compartir en sus publicaciones y colaboraciones de letras, y siempre, siempre aquel instinto ancestral que lo han convertido en un poeta-científico al convertir el objetivo de la cámara en una prolongación de su ojo, de su pensamiento que nos transmite toda la pasión vocacional puesta para conseguir el momento, para mostrarnos una especie que forma parte de nuestro medio, pero que solo hemos podido ver de pasada volando por el cielo o cruzando un camino alguna que otra vez rápidamente sin poder apreciar bien formas, color…nos muestra hasta la mirada de nuestro desconocido, los rasgos más detallados que podemos contemplar a placer.

Las imágenes de los animales salvajes que forman parte de su trabajo, han sido posible gracias a un exhaustivo trabajo de campo previo, siguiendo los hábitos de la fauna y preparando todo los detalles metódicamente. Uno de los méritos de esta profesión es la paciencia que le pone para poder captar la imágen. Lo más bonito de las imágenes de Mena es que todas estan hechas en el mismo hábitat de la especie que nos muestra, tal es el respeto con el que trabaja que siempre es él quien se funde con el entorno, para poder captar el momento del animal sin alterar su rutina. Ya sea de día o de noche, invierno o verano con sol, lluvia o viento.

Nunca ha puesto en peligro la integridad física del animal y el bienestar de éste ha estado siempre por encima de la obtención de cualquier fotografía.

La naturaleza intuida de Jose Mena a través de sus fotografīas, nos descubren todo un mundo que a ojos de la gente es totalmente imperceptible. El fotógrafo se fusiona con el paisaje, respetando su hábitat, pasando desapercibido, para así, recurriendo a sofisticadas técnicas de camuflaje nos acerca la belleza de la naturaleza cuando el hombre no interviene con ella.

Es importante y conveniente explicar que para conseguir imágenes de gran calidad al tratar con la fauna salvaje, es extraordinariamente difícil y se requiere de unos profundos conocimientos naturalistas, innumerables preparativos, dominio de la técnica fotográfica, y como no, estar preparado para aguantar largas jornadas en la montaña, por caminos, por sendas, barrancos, valles, frondosos bosques… a veces con climatología adversa… pero también, se necesita tener un poco de suerte, pero sobre todo mucha paciencia.

En Jose Mena la fotografía se ha covertido en una especie de «proyección de su espíritu», y ha sabido como nadie «leer» en la naturaleza, donde ha expresado su sentimiento a través de las imágenes, convirtiendo éstas en arte. Nos enseña a mantener la coherencia, el vínculo. Mientra estamos viendo al sapo envuelto en gotas de agua, al mochuelo volando y cazando con todo su esplendor, estamos mirando dentro de nosotros, estamos pensando en que la imagen que tenemos delante es una maravilla y que poder estar contemplandola es otra, y de las grandes.

Cuando hablas con Jose parece que no haya río, cueva, montaña capaz de esconderle un secreto. Sabe dónde y cuando encontrar el animal que se propone… no teme al frío, a la noche, bajar a una caverna oscura, pasearse por el fango del río hasta encontrar una «bonita» serpiente y jugar con ella hasta que consigue los movimientos que busca. Pués nada, un día se presentó en mi casa de Jorcas, en Teruel para buscar una especie de víbora que vive por allí, y no paró hasta que la encontró para fotografiarla a su gusto. Y como este botón de muestra, mil anécdotas más llenan sus días.

Es un fotógrafo de naturaleza atípico, muchas veces, me atrevería a decir, anárquico, indisciplinado, que no atiende a las normas establecidas: tiene la suficiente tranquilidad para pasar horas de espera en un incómodo escondrijo a la espera de que llegue algun animal, o a recrearse delante de un paisaje a fotografiar pero, esa calma se puede convertir en nerviosismo e impulsividad cuando, tiene que atravesar montañas cubiertas de inaccesibles matorrales sin apenas indicios de sendas ni caminos a la busca de algun motivo fotográfico. Flexible y polivalente a la hora de retratar la naturaleza, huye de cualquier especialización en las diversas variantes que tiene la fotografía de naturaleza. Nuestro fotógrafo domina cada una de ellas, e igual le da fotografiar una minúscula araña que un jabalí, las flores de un bonita hierba de primavera que el agreste paisaje de una montaña, el rápido vuelo de un murciélago que el lento caminar de un sapo… aplicando las diferentes técnicas requeridas para cada situación. Todo un reportero de la naturaleza al que no puedo imaginar sin una cámara…

Las montañas del Caroig, un lugar tranquilo, solitario y salvaje, donde paso la mayor parte de mi tiempo.

Diré -y aquí cada uno haga su valoración e interpretación- que, ser fotógrafo es relativamente fácil, ser un gran fotógrafo de naturaleza en cambio, es muy complicado. Gracias, por tu gran cualidad humana y profesional, y por acercarnos tan magistralmente la riqueza de nuestro entorno natural, tan castigado por el irracional progreso y que debemos proteger para las generaciones venideras. Esa ha de ser y no otra, nuestra obligación.

Y terminaremos citando unas palabras del autor: «Estas abruptas y agrestes montañas me han dejado una lección. Ser testigo de todo lo que ocurre en la naturaleza. La cima del Caroig, es el final de este viaje de descubrimiento, y no ha hecho falta viajar a tierras lejanas para darnos cuenta de los valores naturales que aun sobreviven muy cerca de nosotros y hacen que miremos con otros ojos estos tesoros. Detrás de todos estos años de caminar por montañas, barrancos y senderos, hay un trabajo hecho con sacrificio y vocación, pero sobretodo, con mucho respeto.
Cae la tarde y una serena tranquilidad se apodera de este paraje, han cesado el canto de los pájaros y comienzo a percibir el frescor del viento sobre mi piel, viento que silba fuerte al golpear las piedras, allí arriba, en la soledad, en lo alto del Caroig… Un ave nocturna alza el vuelo desde los pinos y ululando se pierde en la oscuridad por los matorrales…»

Me gusta llegar a los lugares más solitarios, y este es el sitio idoneo. Cae la tarde y me detengo a contemplar el paisaje, a lo lejos diviso un rebaño de cabras monteses que suben por la escarpada ladera. Aquí arriba, el compañero más cercano es el viento, y a mi me agrada escucharlo, cuando todo a mi alrededor es silencio.

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One Comment

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